Jacaru* y Cauqui* —
al Borde del Silencio...
* nota sobre los nombres que se dan a estas idiomas, y su escritura
Dante Oliva León
Publicado en marzo de 2002 (en versión editada más
corta que esta)
en el diario La República, Lima, Perú
Jacaru y Cauqui, al
Borde del Silencio
Entrevista I con Juan
Carlos Godenzzi
Entrevista II con
Rodolfo Cerrón-Palomino
Entrevista III con Luís
Vásquez
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Los Tres del Cauqui
Jacaru y Cauqui, al Borde del Silencio
El cauqui y el jacaru son dos lenguas nativas de Yauyos, en la sierra central del departamento de Lima, a la par que parientes cercanos del aimara altiplánico. El desplazamiento masivo de los elementos culturales y lingüísticos indígenas, correlato constante del accionar político de nuestros gobiernos y sociedad desde la época virreinal, ha logrado el casi exterminio de estas lenguas, condenadas a un cercano silencio.
Las lenguas permiten a las sociedades entablar una relación cercana con su entorno, les permiten ordenarlo, interpretarlo, comprenderlo. Cuando una lengua está al borde de su extinción, entonces, quien agoniza es la sociedad en la que ella está implicada, quien agoniza es el hombre mismo. Aquello que se desvanece, sin duda, no son solamente construcciones gramaticales, también son las construcciones que una sociedad ha tejido de su universo, donde sus propias afecciones se ven involucradas.
En el poblados de Cachuy y Tupe agoniza el hombre; muere una lengua, “pide auxilio” la otra.
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Isla Cultural
Los
Tres del Cauqui
El santuario de Cachuy se ubica en la provincia de Yauyos, en el departamento de Lima, consta de un aproximado de 300 habitantes y es famoso por ser foco de devoción de la imagen de “El Señor de Cachuy”. La fiesta religiosa tiene lugar hacia fines de mayo, época en la que acuden gran cantidad de fieles. El camino hacia el poblado no es fácil, 7 horas de subida a pie (a casi 3000 msnm) desde Canchán, donde se halla el último tramo de carretera afirmada (a 5 horas de Lima Metropolitana).
Pero Cachuy no sólo es célebre por la mentada fiesta religiosa y su consecuente carácter de santuario (actualmente, incluso, existe un litigio penal entre la comunidad y el “Opus Dei” por irregularidades en el manejo de las arcas del pueblo durante las épocas de la fiesta religiosa). El pueblo es además testigo de la muerte de lo que fue su lengua nativa, el cauqui, consecuencia de la imposición del español y la cultura urbana.
Las últimas huellas del caqui, pariente cercana del aimara altiplánico y del jacaru hablado a pocos kilómetros de Cachuy (en los poblados de Tupe, Aiza y Colca) están encarnadas en sólo tres personas, sus últimos hablantes maternos. Dos de estos hablantes son ancianas mayores de 80 años que lidian con la sordera y los achaques propios de su avanzada edad (Serafina Mateo Clemente y Alejandrina Luciani Pérez). Asimismo, el caso del hablante menor, Valerio Luciani Ascencio (57) tampoco es muy alentador.
En efecto, Valerio Luciani, el menor de los últimos tres hablantes de cauqui y hombre dedicado a las labores cotidianas de trabajo de su comunidad (el pastoreo y la agricultura), aprendió esta lengua durante su temprana niñez gracias a su abuela. Su caso es particular porque fue con él con quien la lingüista norteamericana Martha Hardman intentó infructuosamente llevar a cabo una política de planificación lingüística que lleve a la comunidad al empleo constante de su lengua nativa. Asimismo, ante los foráneos, Valerio Luciani suele mostrarse hermético en el asunto de su lengua, silencioso, “es que yo me acomplejo”, dice.
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Lengua y Cultura en Extinción
Isla Cultural
Tupe, Aiza y Colca son tres comunidades también dedicadas a la labor agropecuaria (es común el empleo de la taclla para la labranza y los andenes) y guardan estrecha vinculación cultural entre sí. Los tres poblados celebran dos fiestas anualmente. En febrero, el carnaval de “La Virgen de la Candelaria”; en agosto se lleva a cabo la celebración más tradicional, “Vaca Taqui” (Fiesta de la Vaca), en donde los pobladores visten con ornamentos a su ganado vacuno, mientras éste es “marcado” por sus dueños (“haerranza”), al compás de los festejos y la música tradicional que lleva el mismo nombre.
El caso de estas tres comunidades, a pocos kilómetros de Cachuy (hay una trocha que los une a través de una caminata de 14 horas, aunque se puede llegar allí desde Catahuasi en sólo 7), resulta muy particular tanto para el foráneo común como para el antropólogo y el estudioso social.
La manutención de costumbres ancestrales; tales como el empleo mismo de la lengua jacaru, el color rojo y negro de la vestimenta de las mujeres, al igual que el temperamento dominante que las caracteriza (Tupe y sus dos anexos ha sido considerada, tradicionalmente, una sociedad matriarcal); han llevado a los científicos sociales a catalogar estos tres pueblos como una “isla cultural”. En efecto, tales vínculos de identidad han podido ser conservados debido a una escasa influencia cultural foránea.
Sin embargo, no es el caso que aquellos elementos que componen la “isla” de Tupe, Aiza y Colca no se hayan visto perturbados por el avance desmedido y atropellador de elementos culturales occidentales y citadinos. Más aún, en el caso lingüístico, el español, al igual que en Cachuy, ha desplazado paulatinamente el empleo del jacaru en la región (reduciendo la cantidad de sus hablantes a 1500 aproximadamente). Hoy, por ejemplo, los niños de Tupe aprenden jacaru sólo después de hacer lo propio con el español.
Asimismo, los esfuerzos de la lingüista norteamericana Martha Hardman, quien desde su llegada al Perú hace casi 40 años no ha cesado en su labor investigadora en la zona, además de haber entablado vínculos afectivos muy fuertes con sus pobladores (como estar casada con un nativo de Tupe), por la organización de una planificación lingüística han sido infructuosos.
Sólo hace menos de un año, el Ministerio de Educación ha colocado sus ojos en el asunto de la problemática lingüística en Yauyos. Así, se ha elaborado bajo la tutela de los lingüistas Nelly Belleza (nativa de Tupe) y Luis Vásquez un manual pedagógico que aún no ha sido impreso para establecer una política lingüística de recuperación de lengua. Curiosamente, Martha Hardman se ha mostrado algo reticente ante el tardío, pero aparecido, esfuerzo.
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Fiesta de la Candelaria 2002
Lengua y Cultura en Extinción
Es cierto que los contactos culturales son capaces de enriquecer el saber de las sociedades implicadas en ellos. Sin embargo, no ocurre lo mismo en una situación de “imperialismo cultural” o de “imperialismo idiomático” (como bien a denominado el lingüista José Luís Rivarola los accionar y avance de la lengua española frente a las indígenas). La extinción paulatina de las lenguas nativas de nuestro país constituye en tal sentido un alarmante ejemplo, sinónimo de violencia contra las sociedades indígenas. Así, todavía predomina en el común de las personas la idea retrógrada y errada de que en las lenguas y cultura nativas sólo existe atraso y decadencia. Tal prejuicio evidencia su naturaleza al observar que el atraso y la pobreza de nuestro país se encuentra no sólo en las comunidades indígenas, sino que también en las demás esferas sociales de nuestro país (y en general de Latinoamérica). Entre otros aspectos, el de la pobreza del diálogo intercultural, plurilingüístico, es uno de los factores de los males que afectan a nuestra sociedad.
Desde la época colonial, la tendencia paulatina frente a los elementos culturales nativos americanos ha sido la de desplazarlas y nunca la de introducirlas en un plan conjunto de crecimiento y desarrollo social. Las políticas lingüísticas en nuestro medio, asimismo, o nunca han existido, o han resultado insuficientes debido a la falta de correlatos de orden socioeconómico (durante la época colonial sólo fueron asimilacionistas y glotofágicas).
Lejos de la romántica, indianista, postura de preservar lo nativo por el hecho de ser “curioso” o “raro” para los ojos del citadino, deberíamos entender y considerar, ajenos de prejuicios coloniales, el intrínseco valor depositado en el acervo cultural indígena. En el caso del cauqui de Cachuy la suerte está echada y su lamentable destino predicho, sin necesidad de oráculo alguno. Esperemos que lo mismo no ocurra en Tupe.
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Entrevista I
Fiesta de la Candelaria 2002
Al igual que Puno, Tupe y sus dos comunidades anexas (Aiza y Colca) celebran la Fiesta de la Virgen de la Candelaria. Tal coincidencia se debe, quizás, a la afinidad cultural existente entre ambas sociedades a pesar de la brecha geográfica que las separa, como ocurre con el caso de sus lenguas, el aimara puneño y el jacaru tupino (de acuerdo a la nomenclatura del Dr. Cerrón-Palomino, ambas no serían sino dos expresiones del denominado dialecto del aimara central).
La festividad toma como día central el 2 de febrero. Mientras que en Puno la fiesta suele extenderse desde fines de enero hasta casi las dos primeras semanas de febrero, en Tupe la fiesta culmina entre el 4 y el 5 del segundo mes del año. El escenario principal es la plaza de Tupe, en donde se halla la única iglesia para las tres comunidades. Ya desde la madrugada del 2 de febrero la quema de fuegos artificiales y la música de la banda anuncian el inicio de la festividad. Durante la mañana se puede escuchar la banda de músicos siguiendo los pasos de las mayoralas a través de las casas de Tupe para animar a la gente.
A las 4 de la tarde, antes de que el pueblo cargue el anda con la imagen de la virgen a través de la plaza, la lluvia se une a la fiesta mientras una comparsa compuesta en dos filas por mujeres tupinas baila frente a la iglesia ante los ojos de algunos europeos asiduos, un grupo de universitarios limeños y los mismos integrantes de la comunidad (quienes en todo momento se muestran muy amables y cálidos).
Al caer la noche, los mayordomos son quienes se encargan de la iluminación con la ayuda de candelabros portátiles, caminando a través de la plaza y del Local Comunal, donde los tupinos ofrecen alimentos gratuitamente a todos sus visitantes. Al mismo tiempo, son los mayordomos de la fiesta quienes se encargan de servir el “quemadito” y el “chamiscol”, los licores típicos de la zona (hechos a base de hierbas aledañas).
La fiesta se dilata hasta muy entrada la noche. Mientras la humedad de la lluvia se disipa, no se disipa nunca el bicolor rojinegro de la mujer tupina ni la algarabía del baile.
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Entrevista II
Entrevista I
Juan Carlos Godenzzi Alegre, actual Director Nacional de Educación Bilingüe Intercultural, del Ministerio de Educación, responde algunas interrogantes sobre el desempeño actual del Estado en política lingüística.
1. ¿Qué he hace para la preservación de lenguas
indígenas y para combatir el prejuicio de que son inferiores?
El Ministerio de educación se ha planteado tres objetivos principales. En primer lugar, atender niños andinos y amazónicos cuya primera lengua es distinta al castellano. En segundo lugar, elevar la calidad de la educación de esos niños porque suelen recibir una de bajísima calidad. Y en tercer lugar, tratar el asunto de la identidad cultural. Estos tres puntos, que son muy sencillos pero a la vez complicados, orientan nuestra actividad. Actualmente estamos trabajando con 10 lenguas amazónicas, 5 variedades del quechua y con el aimara sureño y el de Lima.
2. En el caso específico del cauqui y el jacaru, o
variantes del aimara central, ¿qué se está haciendo?
Bueno, esta zona no está dentro de nuestro ámbito de intervención más fuerte. Recién estamos atendiendo esta zona por demanda de la municipalidad y la población. Es interesante que frente a la posibilidad de que esta variante del aimara se pierda, la población ha reaccionado, no quieren que se pierda. Hay gente como Nelly Belleza o Martha Hardman que han escrito gramáticas.
3. Pero el trabajo de la Doctora Hardman no ha
sido elaborado junto al del ministerio.
El objetivo es el mismo, que la lengua no se pierda y que sí se desarrolle y se emplee como medio de aprendizaje en las escuelas, al mismo tiempo que valorarlas. Desde el punto académico, Martha Hardman ha descrito la lengua, ha publicado cosas y le interesa lo educativo, aunque hay un problema con el alfabeto que ella usa… Es mejor sujetarse al alfabeto que se emplea en todo el Perú por disposición del Ministerio, nosotros lo usamos, ella no lo usa.
4. En las comunidades de Tupe y sus anexos (Aiza y
Colca), los niños primero aprenden español y luego jacaru. ¿No está esta lengua
en extinción?
No necesariamente. La población ha reaccionado y hay la voluntad de enseñarla en las escuelas. Los materiales que hemos hecho apuntan a eso… Si va a morir o no, no lo podemos predecir.
5. ¿Pero se usan estos materiales en la zona?
Por parte del Ministerio hemos hecho un cuaderno de trabajo, en el mundo académico hay otros textos, pero es escaso de todas maneras. Yo creo que es un desafío para todas las lenguas indígenas de América Latina tener una mayor producción de textos con escritura.
6. ¿La política lingüística que el Ministerio de
Educación ejerce está acompañada de un correlato socioeconómico que beneficie a
las poblaciones en cuestión?
La política lingüística no se reduce a un asunto de dinero, es algo mucho más complejo. Este año ha habido dos reuniones nacionales para elaborar un documento que se llama “Política Nacional de Lenguas y Culturas en la Educación”, limitado a la educación, claro. No podemos ejercer una política de culturas general, que es una cosa más amplia. Este documento, en opinión de algunos expertos no hay uno mejor en América Latina, está encaminado a su oficialización, de manera que el año 2002 ya lo estaremos empleando. Asimismo, éste no se limita a la educación multilingüe y multicultural de indígenas sino que considera que todo sistema cultural debe de afrontar la diversidad sociocultural y lingüística. Esta realidad nunca se ha afrontado pedagógicamente, ahora debe hacerlo. Sí hay una perspectiva de política lingüística en el Perú.
7. ¿Y cómo se combate el prejuicio de considerar
inferior a lo nativo?
Bueno, tomemos en cuenta el asunto de la “interculturalidad”, concepto nacido en la educación bilingüe hace 30 años. Yo diría que ése es el gran aporte del movimiento indígena a la educación. Esto debe ser tratado en todas las escuelas del Perú. Incluso, queremos propiciar el empleo de lenguas indígenas en zonas urbanas. Nuestros equipos están conformados por lingüistas, pedagogos, sociólogos y sicólogos; y el capital que usamos es del tesoro público.
8. ¿Es coherente la política lingüística ejercida
por el Ministerio de Educación?
Hay dos aspectos implicados aquí, el de la ley y el de los hechos. Puede haber una estrategia muy avanzada pero si no tiene un correlato en la población y la sociedad, de nada servirá. Yo creo que hay que hacer un trabajo de cambio de la cultura lingüística de la población. Ella piensa que una sola lengua es mejor, una lengua nacional y que la diversidad lingüística produce atraso. Todo está metido en nuestra cabeza, tenemos el mito de Babel, lo que la gente piensa del quechua… Hay, además, toda una lingüística folclórica que está presente y actúa en la academia cuzqueña; un caso muy interesante. Lo que vamos a promover nosotros es que se promueva una ley de lenguas y culturas. De hecho, ya tenemos un consultor que está trabajando al respecto en un nivel constitucional.
9. Estamos en el inicio…
Sí.
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Entrevista III
Entrevista II
Rodolfo Cerrón-Palomino es una de las figuras más destacadas en el panorama del estudio de las lenguas andinas en nuestro medio. Doctor en lingüística de la Universidad de Illinois, miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua y docente del Departamento de Humanidades de la PUCP, atendió algunas observaciones sobre lo que significa una política lingüística –planificación y conservación de lenguas vernáculas- coherente en un país como el nuestro. Aquí sus comentarios.
1. ¿Es incompatible la modernidad y la
preservación de la identidad cultural indígena?
La industrialización no ha significado nunca la deslealtad con ciertos patrones étnicos de sus pueblos. Los bretones luchan por su identidad, los corsos lo hacen abiertamente por su cultura y por su lengua, en Holanda, los friulanos. Estas son realidades. No hay incompatibilidad acá; hay factores, sí, de orden económico y social.
2. ¿No es natural la transformación o la muerte de
las lenguas? ¿Para qué preservarlas?
Bueno, muchos antropólogos dicen eso, pero no es necesariamente así. En la historia hay muchos casos en donde la situación de una lengua a punto de morir se ha revertido, depende de las deudas que los pueblos tengan con ellas.
3. ¿Cómo con el guaraní en Paraguay?
Sí. Pero en Europa también ocurre. Vayamos al inglés. ¿Qué cosa era el inglés en el siglo XI y XII? ¡Era lengua de basureros y porquerizos! Hay un dicho inglés muy claro de esa época: “Juan podría ser un caballero si sólo supiera hablar francés”. ¡Era una vergüenza hablar inglés! Entonces, si se hubiera aceptado una situación de opresión lingüística, bueno, pues, ya no habría inglés, pero no ocurrió eso. La gente luchó por conservar su identidad y valores propios. En una política idiomática, esta lucha debe estar acompañada de una política económica y social, de lo contrario sólo estamos ante un discurso lírico y condenado al fracaso.
4. ¿Esta lucha por la identidad vale aún en un
contexto como el de la globalización?
Sí, sí. Esto también tiene que ver con el discurso de las nacionalidades, ¿no? Allá por los inicios de siglo el discurso socialista, por ejemplo, decía que ya las fronteras estaban de más porque el fin de la lucha de clases nos haría hermanos a todos… ¿Y qué pasó? Vino la primera guerra mundial, y luego la segunda, y reaparecen los discursos de nacionalidad. Entonces, van a existir estos movimientos de homogenización siempre pero nunca barrerán con los discursos de lealtades étnicas y lingüísticas. Esta idea de la homogenización cultural es un mito. Y por un mito tan falso como este es que el Valle del Mántaro se ha desquechuizado. El quechua siempre fue sinónimo de atraso y esta prédica viene de nuestros abuelos... Pero ¿gracias a esta supresión lingüística les ha llegado desarrollo? No. Todo sigue igual.
5. ¿Qué pasará con el cauqui y el jacaru?
Bueno, la del cauqui es una situación terminal. El caso del jacaru, según Hardman, es más proclive a ser conservado por la posición de los mismos hablantes, pero eso no es tan cierto, el optimismo de Martha Hardman es sólo lírico. El trabajo de Nelly Belleza sobre el jacaru, por ejemplo, demuestra que la lengua ya está entrando a una fase de fosilización y empobrecimiento. Pero no es para cruzarse de brazos, tampoco.
6. Cuando mueran el cauqui y el jacaru, ¿qué
morirá con ellas?
Toda la cultura, indudablemente. Yo no comparto la opinión de algunos antropólogos que dicen que muere la lengua pero queda la cultura, eso no es cierto. Por ejemplo, todo el saber del campesino acerca de las plantas, sus propiedades, su observación de la naturaleza, el empleo de una terminología especializada, eso se pierde porque está en el léxico. Yo cuando estuve en Cajamarca, me decepcionaba, los niños ni siquiera sabían el nombre de las plantas. Esto es un empobrecimiento espantoso.
7. En este contexto, ¿cómo debe ser un proyecto
coherente de política lingüística?
Para mí es ya muy utópico. Si cualquier política idiomática no va acompañada de una serie de reivindicaciones económicas y sociales para los hablantes de esa lengua está condenada al fracaso. Para mí lo que hace el Ministerio de Educación es una gran estafa. Hablemos por ejemplo de la capacitación. ¿Cuánto duran las capacitaciones? ¡Ni una semana! En una semana cómo van a enseñar a los docentes de Andahuaylas o de Yurimaguas a enseñar en lengua quechua o aimara a sus alumnos, ¡imposible! Para esto se necesita por lo menos un semestre o un año. Ahora, esos textos y manuales, ¿cómo están escritos? Yo he formado parte de un comité evaluador y están muy mal redactados. Estos que escriben requieren una mayor asesoría y más tiempo en la preparación de estos documentos. La plata se la mandan tarde y trabajan como locos en 5 meses, sin importarles si está bien o mal. Al final sale todo publicado y se acabó. Viene el ministro, fotos aquí, fotos allá, se luce, muestra la colección, “hay educación bilingüe en el Perú”, eso se vende a UNESCO, UNESCO dice “sí, apoyamos al Perú”. Es una gran estafa.
8. ¿Cuál es la situación en otros países de
Latinoamérica?
Ecuador es el primero en desarrollo de políticas lingüísticas, Bolivia es el segundo. En estos países hay intelectuales nativos y hay escritos de estudios en lengua quechua. Han reclamado y conquistado la educación bilingüe, consiguen lo que buscan. Además, existe un apoyo abierto de los gobiernos. Acá nunca hubo un apoyo abierto. El Perú por algo fue cuna del virreinato, ha heredado todos estos prejuicios, y México es igualito. Ecuador y Bolivia en cambio fueron periferia durante la colonia, allí siempre hubo mayor celo en relación con la preservación de la identidad nativa.
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Entrevista III
En las comunidades de Tupe, Aiza y Colca, el Estado ha iniciado un programa en materia de planificación lingüística por petición de los mismos poblados para evitar la extinción del jacaru. Luís Vásquez, uno de los actuales líderes del programa opina al respecto. [Todos los datos del presente artículo fueron recogidos entre noviembre de 2001 y febrero de 2002.]
1. ¿Qué se hace para evitar la extinción del
jacaru en los poblados de Tupe, Aiza y Colca?
Hace poco hice un último viaje a Tupe para organizar una red. Esta red se organiza a través de la USE de Yauyos. Hay alrededor de 12 redes, pero todas son hispanohablantes. La idea de crear ésta es que tenga la pertinencia cultural, y lingüística, y que se trabaje con Tupe y sus dos anexos. Hicimos un taller participativo con la comunidad, los docentes y las autoridades de Tupe y ellos determinaran el trabajar la educación bilingüe en los niveles de inicial, primaria y secundaria (hemos empezado el 2001). Todo ha sido por requerimiento de la misma población.
2. ¿Hay manuales para la enseñanza bilingüe en la
zona?
Bueno, si me hablas de un diccionario, eso ya lo tenemos, eso ya está publicado. Aparte, tenemos un primer cuaderno de trabajo, allí estamos trabajando el jacaru como segunda lengua porque en la zona hay un nivel de bilingüismo pasivo, conformado por los niños (ellos no aprenden jacaru como primera lengua). Por otro lado, tenemos docentes que no son bilingües. Por ejemplo, la secundaria está ocupada mayormente por hispanohablantes. La idea tampoco es sacar a estos docentes porque igual no tendríamos docentes secundarios que sean jacaru-hablantes. El trato que hemos hecho con la población es que estos docentes al cabo de un año y medio deben aprender la lengua, según eso ellos pasarán a ser nombrados o no.
3. ¿Cuál es el papel de la Doctora Martha Hardman
en esta política lingüística en Tupe? ¿Ella tiene algo que ver?
No, directamente no. Martha Hardman ha apoyado mucho a Tupe, tú llegas a Tupe y encuentras una biblioteca bastante significativa con muchísimos de sus estudios. Lo que sí queremos es juntar esfuerzos, contando con el Ministerio de Educación, lo de Martha Hardman y también lo de Nelly Belleza. Ahora, hay un problema que tiene que ver con la normalización fonética, pero lo que yo he preferido en este sentido es no tocar el tema, no abordarlo.
4. ¿Este problema alude a los alfabetos a
emplearse como escritura oficial para el jacaru?
Sí, eso es. Quienes estamos en el proyecto de Tupe no hemos tenido la oportunidad de conversar con Martha Hardman directamente. De un lado, a veces, nos habló de que tenía la posibilidad de financiamiento para ir implementando la educación bilingüe mucho más en la zona, pero no hemos tocado el tema de los alfabetos.
5. Finalmente, el Ministerio emplea el alfabeto
oficial…
Claro, y ello obedece a una normalización oficial. En el caso del jacaru hay algunas grafías (letras) que emplea Martha Hardman pero que son más pronunciaciones del alfabeto fonético.
6. Para la escritura de todas las lenguas nativas
de Perú se emplea el mismo alfabeto, el latino…
Claro. Pero como te digo eso es para discutirlo.
7. ¿Y el alfabeto que diseñó la Doctora Hardman
tuvo algún tipo de difusión? ¿Quizá en la misma comunidad?
Bueno, muy poco. Lo que pasa es que ahí la corriente de Cerrón-Palomino es más fuerte que la de Martha Hardman. En lo inicios, tienes la tendencia de Torero y de Hardman; luego, la de Cerrón-Palomino, que de alguna manera se ha expandido más, igual que el alfabeto que se emplea oficialmente ahora.
8. ¿Cómo cohesionar política lingüística y
desarrollo comunal en el caso de Tupe y el jacaru?
Algo que sale del asunto de la red es crear un espacio para crear un desarrollo comunal. Es decir, que ésta no sea sólo una red educativa sino que, al mismo tiempo, pueda impulsar el desarrollo de la comunidad.
9. ¿De qué modo?
Por ejemplo, una de las bondades que podría tener Tupe es la de ser un centro turístico o de caminata. Tú puedes subir, bueno, al cerro Callapshu y, luego, al Tupinachaca, arriba de Tupe, donde hay pinturas rupestres. En la zona encuentras batanes, círculos concéntricos que fueron empleados como asientos, etc.
10. ¿Se han hecho estudios arqueológicos al
respecto?
Hay un grupo de arqueólogos que han investigado. Atrás del cerro Tupinachaca también hay una ruinas, pero yo no he llegado allí. En la zona hay una gran riqueza por explotar.
11. Sin embargo, en la zona no hay
electricidad, agua ni carretera.
En el caso de la electricidad, ya toda la infraestructura está colocada y, supuestamente, funcionará muy pronto. Nosotros hemos tenido conversaciones con lo pobladores acerca de lo que ellos consideran desarrollo comunal y ellos nos dijeron que tomaban en cuenta cosas como la luz, tener carretera. Sin embargo, al mismo tiempo hay temor, porque una carretera podría originar su desintegración, además de que se pueda perder el jacaru. La idea es generar un término medio. Debe generarse una situación en la que la misma población sea un mecanismo de control… Si yo tengo un servidor de salud, a mí no me pueden tratar como cualquier cosa, ¿no? A mí deben de tratar bien. Allí debe haber permanencia del servicio de salud, cosa que ahora no hay. A la parroquia, el cura sube una vez al año, sube, bendice a todo el mundo y se va. La comunidad debe decidir, ¿queremos ese tipo de iglesia?, ¿queremos ese tipo de centro de salud? Otro de los problemas importantes es el del alcohol. Hay una cultura muy fuerte del adulto alcohólico.
12. Pude darme cuenta de ese problema cuando
estuve por allá…
Ahora, para la población este es un tema muy delicado de tocar, de tal modo que ellos pidieron la solución de otros problemas antes de entrar al tema. Como te digo, para trabajar en el asunto del desarrollo comunal tenemos que trabajar con aliados. En Cañete hay una entidad, creo que es holandesa, que ha hecho estudios en la zona. Esta institución trabaja con cosas vinculadas con el agro. Lo que ellos quieren hacer es darle a los propios tupinos una serie de conocimientos agrarios de la zona recolectados en diferentes estudios y con ayuda de los mismos pobladores para que ellos puedan mejorar sus cultivos, la alimentación de sus animales, etc. Lo otro es que nosotros para crear la red de Tupe hemos entrado en contacto con la Unidad de Descentralización Educativa, UDESCE, quienes tienen que ver con la construcción de redes para crear una red participativa e integral entre Tupe, Aiza y Colca.
13. Cerca de Tupe, en Cachuy, sólo quedan 3
hablantes de cauqui, lengua pariente del jacaru y del aimara. ¿Puede ser este
el destino del jacaru? ¿Qué opinas de este hecho?
Bueno, yo no he participado de la zona de Cachuy, mi trabajo es en Tupe y trabajo con Nelly Belleza en el proyecto. Hemos hecho un estudio sociolingüístico en la zona. Al inicio pensamos que el español se podía implementar como segunda lengua pero, dada la pérdida del jacaru, el plan cambió a implementar jacaru como segunda lengua. Cerrón-Palomino nos recomendó trabajar con Nelly Belleza.
14. ¿Últimas palabras?
Este proyecto está enmarcado en los proyectos piloto de educación bilingüe para secundaria. En el caso específico de Tupe, el plan es más completo, abarca secundaria, primaria e inicial. Y, como te digo, el proyecto consiste en el jacaru como segunda lengua dada la situación de recuperación de lengua. La idea es que los docentes manejen las áreas curriculares escolares en jacaru.
Nomenclatura de los Idiomas
La familia de idiomas denominada ‘aimara’ por Rodolfo Cerrón-Palomino, cuya propuesta se sigue en estas páginas, se llama ‘jaqi’ o ‘aru’ por otros lingüistas. Esta familia incluye no sólo el idioma más conocido bajo el nombre de ‘aimara’ o ‘aimará’ (más específicamente el aimara sureño o ‘del altiplano’), pero también el aimara ‘tupino’ o ‘central’, es decir el jacaru y el cauqui, hablados en unos pueblos serranos de la provincia de Yauyos, departamento de Lima, Perú.
En esta página se sigue también el principio de escribir el nombre de cada idioma según su forma más adecuada a las reglas ortográficas de idioma en que se está escribiendo. Es decir, escribiendo en castellano se escribirá quechua, aimara, jacaru y cauqui, aunque en sus respectivos idiomas propios la ortografía propia a cada idioma da: qhichwa, aymara, jaqaru, kawki. En inglés, cuya ortografía algo anárquica guarda muchas veces la escritura según el idioma de origen si todavía no existe una forma establecida en inglés, se escribiría: Quechua, Aymara, Jaqaru, Kawki.