Los Alfabetos Quechua:
¿Cuál es Correcto?
Como se ve la cuestión desde … Australia
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Un artículo sobre la cuestión de
los alfabetos quechua, desde la perspectiva de problemas similares que se han
tenido en la elaboración de ortografías para los idiomas aborígenes de
Australia, escrito por el lingüista australiano Gavan Breen.
Se ha escrito este
artículo en particular en respuesta a este otro artículo en castellano
escrito por el profesor Daniel Cotari Gutiérrez, en el cual critica la
ortografía oficial de Bolivia y Perú
para el quechua, y defiende más bien lo que él llama una ortografía
‘fonética’ (con cinco letras para vocales, por ejemplo).
(Aunque no esté en
acuerdo completo sobre todos los detalles de los argumentos aquí presentados,
el autor de este sitio internet ofrece al Sr. Breen está página para presentar
sus argumentos, fundados en su valiosa experiencia en Australia de exactamente
el mismo tipo de problema que se presenta también en el caso del quechua.)
Desde un
viaje turístico a Bolivia y al Perú en 2001 empecé a interesarme algo por el
idioma (o los idiomas) quechua. En los países andinos observé algo de la
variedad de ortografías para el idioma; por ejemplo, compré un pequeño
diccionario en el cual el nombre está escrito kechwa; he visto también otro con el nombre qheshua.
He leído
recientemente los artículos sobre las ortografías en la página web http://members.tripod.com/~jlancey/, y quisiera hacer unas observaciones
especialmente sobre el artículo del profesor Daniel Cotari Gutiérrez. Me doy
cuenta que hace ya unos años que se escribieron estos artículos, y que otros
lingüistas los han contestado, aunque tal vez no específicamente. Sin embargo,
como lingüista australiano con mucha experiencia en la elaboración y enseñanza
de ortografías para idiomas indígenas australianos, quisiera ofrecer una
contribución desde un punto de vista quizás diferente.
Aun con mucha
falta de conocimiento del fondo, leyendo el artículo del profesor Cotari se me
pareció que a l vez él y los partidarios de la escritura pentavocálica, como
también los partidarios de la escritura quechua normalizada, no entendiesen
completamente la significación del concepto del fonema. Esta percepción se basó
no en una comprensión del quechua, lo que me falta, pero en los principios
lingüísticos generales. Habiendo ya aprendido más de las realidades (gracias al
Dr. Paul Heggarty) he debido cambiar mi percepción de los partidarios de la
escritura normalizada, los cuales ya acepto ser lingüistas muy capaces.
En su
preámbulo Cotari refiere a “un sistema de escritura en que cada signo (letra)
exprese fielmente un sonido real existente”. Pero esto es imposible. Cada vez
que se pronuncia una palabra, se la pronuncia diferentemente, sean las
diferencias muy minuciosas. No existe una escritura fonética práctica; una
trascripción fonética se emplea para fines específicos entre lingüistas que
estudian un idioma del cual todavía no conocen los fonemas, o para describir la
pronunciación de un idioma o justificar su análisis de la fonología. En efecto,
un sistema de escritura debe ser un sistema en que cada signo (una letra; o en algunos casos dos, como ch o ll; o bien raramente en unos cuantos idiomas,
hasta tres) expresa fielmente una clase de sonidos que sus hablantes nativos
monolingües oyen como un sonido único en este idioma. Lo que Cotari y otros
llaman una escritura fonética no es de ningún modo una escritura fonética; no
representa la pronunciación de las palabras en todas sus menudencias, sino
agrupa clases de sonidos muy semejantes para reducir el número de sonidos a una
cantidad manejable. Esto es lo que hace una escritura fonémica, pero la llamada
escritura fonética de Cotari para el quechua no hace esta agrupación de sonidos
según la estructura del idioma quechua, sino según la estructura del
castellano, con algunas modificaciones.
No se nos
presentan pues dos tipos de trascripción, uno fonético y otro fonémico, sino dos
tipos de trascripción, uno fundado en la estructura de castellano, el otro en
la estructura presumido del idioma ancestral del quechua. Lo que hace falta para el quechua es algo que
se encuentra entre estos dos tipos: una
escritura fundada en la estructura del quechua, con las modificaciones
necesarias para las variedades diferentes según las diferencias entre ellos.
Voy a tratar
de esta cuestión, según la presentación de Cotari, en tres partes:
1) El empleo
de letras para las vocales que representan sonidos que no son fonemas en el
idioma quechua;
2) Variantes
de las consonantes en posición inicial y posición final de sílaba.
3) La
escritura de los morfemas según su pronunciación en el idioma protoquechua
postulado.
Empleo a
veces la norma entre lingüistas de escribir letras entre <>, como por ejemplo <a>; fonemas entre //, como /i/; y alófonos entre [], como [e]. En este último caso, empleo algunas veces un
alfabeto fonético; allí donde estas letras
aparecen en color verde, es porque he tenido que utilizar la fuente Arial
Unicode MS, la cual está preinstalado por lo menos en la mayoría de
computadoras modernas.
1) Los Sonidos Vocálicos.
Cotari dice,
por ejemplo: “Se escribe con i, pero se pronuncia como e.” Este quiero decir:
“Se escribe con <i>, pero se pronuncia como /e/ en el oído de un hispanohablante.”
Si el quechua tiene tres fonemas vocales – como lo sugieren de manera
muy claramente los ejemplos de Cotari y su declaración que [e] y [o] son
acondicionado por una consonante vecina, y también la opinión de muchos
lingüistas – un quechua-hablante que escribe su idioma con una ortografía
pentavocálica no puede escribir este fonema según su pronunciación, porque la
pronunciación de <i> en [ima] y de <e> en [qena] (por ejemplo) es, para él, igual. Al contrario, este hablante monolingüe tiene
que detenerse un momento para pensar en cuales sean las consonantes vecinas,
porque la pronunciación sigue una regla que dice:
“Cuando este
sonido, /i/, está
contiguo a una de las consonantes q, qh, q’ (o en cualquier otra forma en la
cual se escribe estos fonemas, como jj o hasta j) o separado de una de estas
consonantes solamente por una de las consonantes r, ll, m, n, y, w (¿y otras?),
hay que escribirlo e, otramente hay que escribirlo i.”
Alternativamente,
es necesario aprender de memoria todas las palabras en cuales se escribe /i/ con <e> o /u/ con <o>.
En verdad,
una frase como, digamos, “Se escribe con i, y se pronuncia como i” emplea <i> en dos maneras, como sugiere la
expresión: primeramente como el nombre
de una letra del alfabeto, <i>; y luego en representación de un sonido, [i]. Existe también esta misma
letra como nombre de un fonema, /i/. Así es posible describir la situación del
sonido [e] en
quechua con una ortografía trivocalista:
“Se escribe con <i>, pero se pronuncia como [e]” y, mucho mas importante, “Se escribe con <i> y se pronuncia como /i/”. (Recuérdese que /i/ no
representa un sonido único pero una clase o un grupo de sonidos.) Esta es la
situación de muchas palabras en el quechua en las cuales el fonema /i/ se pronuncia como [e].
Hagamos una
comparación con el castellano. En este idioma, el fonema /n/ se pronuncia [ŋ], lo que se escribe con <ng> en muchos idiomas, cuando
ocurre antes de una consonante velar – /k/ (escrito con <c> o <qu>), /g/ o /j/. Según la lógica de los partidarios de las
ortografías pentavocalistas, y utilizando una escritura fonética, se diría que
se debe escribir <ng> en esta posición; por ejemplo, bangco para banco, aungque para aunque, tenggo para tengo, narangja para naranja. Este
sería patentemente ridículo, pero, copiando la expresión de Cotari, en banco, por ejemplo:
“Se escribe con n, pero se pronuncia como
ng.”
Es ridículo
porque ng [ŋ] no es más que un alófono no distinto de /n/, y en consecuencia, los hispanohablantes (o casi todos
hispanohablantes) no oyen la diferencia entre /n/ antes de <co> en <banco> (etc.), y /n/ en otros contextos, sino que tienen que seguir una regla como:
“Cuando este
sonido, /n/, ocurre
antes de <ca>, <co>, <cu>, <q>, <g> o <j>, hay que escribirlo <ng>, otramente hay que escribirlo <n>.”
Este
contraste – entre [n] y [ŋ] ambos
posibles antes de /k/ – en verdad
existe en muchos idiomas australianos, tal vez todos o casi todos; por ejemplo,
wangka [waŋka] y wanka [wanka] son palabras diferentes en unos
idiomas.
Son pocos los
ejemplos de este tipo en castellano, porque el castellano se acerca al idioma
para el cual fue elaborado nuestro alfabeto ‘latino’. Hay muchas más ejemplos
en los idiomas muy lejanos del latín, como los idiomas andinos o australianos.
Pero hasta para el francés el sistema de cinco vocales resulta muy
inconveniente; tiene unos quince fonemas vocálicos.
Muchos
idiomas australianos tienen un sistema de tres vocales, y no conozco ninguna
ortografía que quiere hoy día escribir estas lenguas utilizando cinco letras
vocálicas. Conozco sí un idioma en el cual los misionarios emplearon en tiempos
pasados un tal ortografía; era fácil de leer, porque los lectores estaban
leyendo canciones y lecturas religiosas que les eran conocidas, y necesitaron
solamente una ortografía bastante exacta para que se acordasen de las palabras.
Pero leer textos desconocidos o bien escribir las resultó muy difícil. Un hablante escribió ocho cuentos que fueron
publicados en libritos; cada uno tiene
en su título una palabra que significa ‘cuento’, pero en los ocho libros esta
misma palabra fue escrita de siete maneras diferentes (y no se trata de errores
tipográficos sino en uno de los casos).
Debo decir,
sin embargo, que palabras castellanas que no han sido adaptadas a la
pronunciación quechua deben ser escritas en el modo castellano.
2) Las Consonantes en Posiciones
Diferentes en la Sílaba
Cuento, in unas partes de esta división, con informaciones de fondo dadas por Paul Heggarty, especialmente respecto a [s] y [ʃ].
Claramente,
unas consonantes muestran una distribución complementaria, como [n] y [ŋ], o [d] y [ð] en castellano. Por ejemplo, si [p] ocurre solamente al principio de sílaba y su sonido correspondiente
fricativo [¸] ocurre solamente en el final de sílaba, como en unos dialectos del
quechua (los cuales llamo por sencillez los dialectos del sur), este par ofrece
un caso similar a la situación en castellano donde [d] ocurre solamente en posición inicial de palabra (o mejor dicho,
después de una pausa) o después de [n] o [l], mientras ocurre [ð] en cualquier otra posición.
Así que [d] y [ð]
pertenecen ambos al fonema /d/, y ambos
se escriben con la letra <d>. De la misma manera, se debe
escribir en el quechua el fonema /p/ (algunas
veces [p], algunas
veces [ʃ]) siempre con la misma letra, para la cual <p> está conveniente.
Se da un caso
parecido con las consonantes oclusivas en la mayor parte de los idiomas
indígenas de Australia. Simplificando
algo, se puede decir por ejemplo que un hablante nativo de una lengua europea
como el inglés o el español, oye la consonante escrito en un idioma nativo con <p> (en muchas idiomas, <b> en otros) como consonante
sonora en la combinación [mb], pero
más bien como la consonante sorda [p] en otros
contextos. Los hablantes nativos de los
idiomas, sin embargo, no oyen esta distinción (y en verdad hablando el inglés los
pronuncian muchas veces en modo equivocado, por ejemplo, llamando una estación
de servicio PB en lugar de BP.) Las
ortografías respectan esta situación, y combinan el sonido sonoro y el sordo en
un solo símbolo. Lo mismo vale para las
tres, cuatro o cinco (de acuerdo con el idioma) otras consonantes oclusivas.
En las
dialectos quechuas del sur la misma situación vale para el par [q]-[χ] como para [p]-[ʃ], y ese
par es asignado al fonema /q/, escrito
<q>. Sin embargo, la situación no
es exactamente igual para algunos pares de oclusivo/fricativo, cuando el sonido fricativo puede
hallarse tanto en posición inicial como en posición final de sílaba. En tal caso ambos son claramente fonemas,
cada uno distinto de cualquier otro fonema constatado. Esto vale por [s] y [x], y estos
sonidos fricativos, cuando ocurren en posición inicial de sílaba, pertenecen
respectivamente a los fonemas diferentes /s/, escrito <s>, y /h/, escrito o como <h> o como <j> (según la norma peruana o
boliviana).
Pero [s] es también la consonante fricativa correspondiente a la consonante
oclusiva [t], y [x] es la consonante fricativa correspondiente a la consonante oclusiva [k]. Pues ciertas palabras que
tienen [s] en
posición final de sílaba en los dialectos del sur, tienen más bien [t] en los dialectos del norte (incluso Ayacucho), y palabras que tienen [x] en posición final de sílaba en los dialectos del sur pueden tener [k] en los dialectos del norte.
Puesto que el objeto es de tener una escritura aplicable a todos los
dialectos, es compatible seguir el lógico mismo como por [ɸ] y [χ], es decir agrupar estos sonidos fricativos [s] y [x] en la
posición final con los sonidos oclusivos correspondientes, y escribirlos <t> y <k>, respectivamente. Para los hablantes de estos dialectos, estas
letras en final de sílaba se pronuncian de manera muy natural como consonantes
fricativas.
La situación
de [ʃ] es algo diferente. En los
dialectos del sur, [ʃ], y también en algunos casos [s], ocurre en posición final de sílaba en palabras en las cuales los
dialectos del norte tienen [tʃ] (ch).
Además, hay un morfema particular que puede, en unos dialectos, producir
un contraste entre [s] y [ʃ]. A parte de esto, es claro que la situación de
[ʃ] es igual a la de [ɸ] y [χ]. Parece que esta distinción no es
justificación suficiente para introducir <sh> en las escritura, con toda la
confusión que resultaría entre los hablantes de otros dialectos.
3) El Empleo de Formas
Protoquechuas
En este caso, mi respuesta inicial fue decir que estoy de acuerdo con Cotari. El carácter de un idioma hereditario remoto no debe tener validez para la escritura de un idioma moderno. Las palabras deben escribirse según su forma corriente, y no según su forma en una época pasada. Cuando existen muchos alomorfos, como para el ejemplo del ‘progresivo’ dado por Cotari, me parece que está razonable elegir uno como ‘oficial’, pero los escritores deben poder escribirlos en su mismo dialecto.
Sin embargo,
Paul Heggarty me informa que Cotari no está correcto, y más bien que la
escritura normalizada no se basa en formas históricas sino en pronunciaciones
todavía utilizadas en unas regiones. Así
que parece que Cotari está equivocado otra vez, a causa de falta de
informaciones, si no de lógica.